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La calma y la resignación se imponen en el reconfinamiento en Francia

Francia inició este viernes su segundo confinamiento en un ambiente más relajado del que se apreciaba en marzo y con los ciudadanos resignados a este nuevo encierro que afrontan con menos aprensión.
Tras los fortísimos atascos registrados el jueves a las afueras de las ciudades y que en región parisina llegó a crear 730 kilómetros de retenciones frente a la media diaria de 100, este viernes las calles se veían más vacías aunque no desiertas debido a las excepciones del Gobierno que han permitido a más ciudadanos continuar su actividad laboral.

En París, muchos huyeron a confinarse a sus segundas residencias en el campo o en la provincia, mientras que en otras grandes áreas metropolitanas, como Burdeos, pusieron rumbo al litoral Atlántico para soportar mejor esta medida, en principio hasta el 1 de diciembre pero que podría prorrogarse.
A pocas horas de la medianoche, momento en el que entraba en vigor el nuevo confinamiento, las terrazas de los restaurantes de París mostraban una afluencia inusual con un ambiente festivo que hacía que pasadas las 21.00 hora local, inicio del toque de queda, aún quedaran cientos de personas en los establecimientos.

El paisaje de este viernes se parece más a la consigna que defendía el entorno del Ejecutivo a principios de la semana: “Del metro al trabajo y a dormir”, pues el objetivo principal es frenar los encuentros de grupos en público y privado.
En una farmacia en el centro de la capital, su gerente aseguró que la situación es “mucho más tranquila”.
“En marzo nuestra clientela se triplicó repentinamente, la gente estaba asustada, no sabían qué podían hacer y qué no para no contagiarse. Ahora tengo la impresión que saben cómo hacer frente a la situación y hay una sensación de normalidad”, indicó a EFE el farmacéutico.

Los floristas, uno de los sectores considerados no esenciales, podrán abrir hasta este domingo por la festividad de Todos los Santos, y después únicamente por encargo.
“No sé cómo vamos a vender para llevar si la gente tampoco puede salir a la calle. Esto es un desastre”, aseguró Bety, propietario de un puesto en el mercado de flores de París.
“Es la muerte del comercio de proximidad”, se lamentaba Lionel, otro florista.

MENOS ACTIVIDAD, PERO MÁS QUE EN MARZO
Esta mañana, solo había 24 kilómetros de retenciones en los accesos a la capital, una cifra anormalmente baja. En las calles, algunos transeúntes con carros de la compra o en transporte, sobre todo bici o coche, para acudir al trabajo.
Este descenso de la actividad se apreciaba también en otras zonas. “Se ven muchos menos coches hoy”, reconoció a EFE Nicolas Lerouvillois, un ingeniero de Caen (noroeste), para quien este nuevo confinamiento “no cambia mucho” su vida normal, porque la fábrica de componentes de automoción en la que trabaja sigue funcionando.

Sin embargo, hay más movimiento que en el confinamiento de marzo, y muchos se mostraban sorprendidos de verse en pequeños atascos dentro de París.
El ministro del Interior, Geráld Darmanin, ya ha garantizado que este fin de semana habrá flexibilidad en la aplicación de las medidas para asegurar que las familias que salieron para las vacaciones escolares de otoño puedan volver a sus casas de cara a la reanudación de las clases el lunes.
Una flexibilidad que se aplica también a las visitas a los cementerios este fin de semana, de cara a la festividad del 1 de noviembre.

El lunes será el turno de la escuela, otro de los grandes cambios con respecto a la primavera, y una decisión aplaudida por los especialistas.
“Es realmente la buena noticia de este confinamiento vistos los efectos secundarios que tuvo en los niños el primer confinamiento”, manifestó en France Info la jefa del servicio de pediatría del Hospital de Nantes, Christèle Gras-Le Guen.
La particularidad de este nuevo confinamiento en Francia, el segundo país europeo después de Irlanda en recurrir otra vez a la medida, es que busca limitar el impacto económico. El Gobierno prevé que la caída de la actividad se limite al 15 % y no alcance el 30 % que supuso en primavera, cuando consideran que el PIB caerá un 11 % en 2020.

Uno de los sectores que peor ha reaccionado a los anuncios es el cultural, que vivió el anuncio de Macron como “un golpe” al mundo del espectáculo y el cine y más cuando en estos últimos meses se había pedido a los distribuidores que siguieran lanzando sus películas para apoyar la cadena y no debilitar a las salas.
“Estamos al fondo del pozo”, lamentó en el diario Libération Éric Lagesse, copresidente del sindicato de distribuidores independientes europeos.

Los grandes premios literarios, que se esperaban este mes, han decidido posponer su entrega en solidaridad con el cierre de las librerías, que solo podrán entregar pedidos a domicilio o en un servicio de recogida en tienda un par de horas al día.
“El Goncourt se anunciará cuando reabran las librerías, de otra manera no tendría sentido”, dijo a EFE la escritora Camille Laurens, miembro de la Academia del Goncourt, que aboga porque estos comercios sean considerados esenciales y puedan reabrir por su contribución a la “vida espiritual” y “más en un momento en el que la cultura está devastada”

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