Ninguna analogía parece exagerada, los médicos son héroes mortales de hazañas cotidianas
En medio de la crisis pandémica, se puede comprender que la vida se rige por la salud, no por el dinero. Ahora si podemos entender que en la historia de la humanidad prevalece el esfuerzo por preservar la vida; que el motor de la historia no estriba en lo material.
Distamos por mucho de ser dioses, somos simples seres mortales; pero hemos concebido que sólo en los dioses existe la perfección, por eso su principal atributo es la inmortalidad. Hemos creado a los dioses como razón última ante lo que no nos podemos explicar; también para tener una aspiración después de la vida.
Los dioses nos sirven como ejemplo, nos hacen concebir la perfección; nos movemos así en un horizonte imaginario, bajo el principio espiritual de tratar de encontrar el equilibrio que nos acerque a esa perfección. Tenemos más la voluntad de parecernos a los dioses que la de ser simples seres con un destino inevitable: la muerte; además es ese deseo de ser dioses, lo que ha perfeccionado el cerebro humano, haciendo crecer la consciencia sobre los instintos.
Ante la imposibilidad de alcanzar la perfección, debe existir el natural deseo de luchar por ella. Esto se transforma en una misión, que se sustenta en la idea de que podemos ser seres superiores. Un hombre, sin misión, depreda su propia conciencia para convertirse más en una bestia.
De todos los hombres, no existe misión más encomiable que la de un médico; porque su vocación es preservar la vida, prolongarla. Los médicos perpetúan la misión de Prometeo, porque le dan aliento a la esperanza. El mito del Titán es poco comprendido, porque no percibimos que el fuego propició un cambio evolutivo, saltamos de ser bestias a ser seres racionales. El fuego rompe con el primitivismo y gesta el proceso civilizatorio de la humanidad.
El fuego se transformó muy pronto en símbolo de movimiento y purificación. Perpetuar el fuego, significó la más importante misión, sin el fuego hubiera sido imposible el predominio de los hombres sobre las bestias, además cobijó con luz a la oscuridad. Quien vigilaba y sabía hacer fuego, se convirtió en el hombre que cotidianamente transformaba el miedo en esperanza, iniciando así la purificación ritual.
El origen y devenir de los médicos proviene, entonces, de la manipulación del fuego; de darle permanencia a la luz que no puede extinguirse. Los médicos, por su vocación, son los únicos hombres que pueden sembrar en otros la esperanza. Su misión, por tanto, salta siempre al plano espiritual.
La vida es transitoria y no existe tarea más digna que luchar por ella; la verdadera hazaña es luchar contra el designio mortal, contra el invicto tiempo. Héctor, el troyano, es el más grande de los héroes, sabe que va a perder, pero no deja de luchar; prolongando así la vida de su raza, de su pueblo. Los médicos tienen el espíritu de este héroe, siguen su ejemplo. Son héroes.
Sembrar la esperanza en un hombre o en un pueblo es una misión única. En ella se forja el espíritu de cada hombre y de cada sociedad. Prolongar la vida sirve para enmendar el pasado, para tratar de ser distintos. Seguir respirando es una nueva oportunidad para desarrollar nuestra consciencia, para perfeccionarla; para distanciarnos más de ser bestias. Para amar más.
Se han dicho muchas cosas de los médicos. Resalto algunas: que los dioses no son perfectos porque no son médicos; que cumplen con la función de Hermes, al ser los intermediarios entre los dioses y los hombres; digo también que son titanes émulos de Prometeo; que son los héroes de la esperanza.
Ninguna analogía parece exagerada, los médicos son héroes mortales de hazañas cotidianas. Ahora en la pandemia, más que nunca, debemos darles las gracias porque tornan la desgracia en esperanza; por su fortaleza ante la debilidad humana; por su grandeza ante la mezquindad de quienes quieren infundir miedo y sembrar el terror, aun en ellos; por su invaluable misión: la de luchar por la vida, aun a costa de sus vidas.
La misión de los médicos es la más grande del espíritu humano; la más cercana a la perfección. La más cercana a los dioses.