Comisionista y cabildero.

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La acusación de “comisionista y cabildeador” debe tener divertidísimo a Carlos Salinas

Emilio Lozoya Austin ya implicó al ex presidente Carlos Salinas de Gortari en sus declaraciones, pero señalándolo como “comisionista y cabildero”, actividades que no suenan realmente delictivas, sino a carreras cortas para estudiar en el Conalep.

Por algo Salinas es la cabeza más brillante de la mafia que estaba en el poder: no deja huellas. Para ser un buen villano se debe tener la mente libre de substancias alcohólicas o que alteren el estado de conciencia. Pensar la travesura con claridad y detalle, para que sea perfecta.

En sus declaraciones, Emilio Lozoya dice que Carlos Salinas cabildeaba para que a la empresa de su hijo Pemex le diera proyectos, exigiendo incluso 15 millones de dólares por la cancelación de una plataforma marítima, donde fallecieron trabajadores por una explosión. A la declaración se adjunta una advertencia gansteril (que le soltara el panista José Antonio Anaya): “Quien no ayuda a sus hijos o a sus socios, Salinas los considera traidores”.

Lozoya sugiere una trama policiaca, donde aparentemente tiene que acceder a los deseos del malvado ex presidente, quien podría mandarlo al fondo del mar con zapatos de cemento, cual Padrino de la Política Ficción.

Seguramente Córdova Montoya aplaudió de pie tan magnífico drama, y sugiriendo incluir en la trama que un Chupacabras viene del espacio y devora a los Ruiz Massieu.

Si Aguilar Camín tuviera Nexos con Salinas, publicaría que el Subcomandante Marcos tiene fotos de Lozoya recibiendo latigazos de Keith Raniere, por eso el ex director de Pemex no se atreve a acusar directamente a Carlos Salinas de Gortari, con índice de fuego, de “obligarlo a darle millones de dólares a su hijo o de lo contrario lo mataría dolorosamente como a una rata traidora y nauseabunda”.

No, todo quedó en “yo entendí que Salinas me dijo que si no podía yo compensar, de alguna manera, más o menos económica, la cancelación de una planta muy estimada por la familia, pero siempre de manera educada, comisionista y cabildera, su señoría”.

Todo indica que Lozoya metió a Carlos Salinas a fuerzas en el paquete, para caerle bien al Peje, la otra vengativa parte acusadora, aunque en realidad no tuviera pruebas concretas contra el odiado ex presidente, más que balbucear: “El amigo de un primo pareció ver al hijo de Salinas pidiéndole a sus guaruras que le poncharan las llantas al carro de Lozoya”.

Supongo que la mención de Salinas es para que Chayito Robles cante como Chayito Valdés, animada por el éxito de Lozoya como testigo colaborador.

Como sea, la acusación de “comisionista y cabildeador” debe tener divertidísimo a Salinas, quien hasta el cierre de esta edición no ha dejado una sola pista de sus fechorías.

Me despido del innombrable diciéndole que chinguen a su madre él, sus hijos, sus socios y Keith Raniere. Si me va a matar como al gusano traidor que soy, al menos ya dejé mi despedida.

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