En un lapso de 3 meses han perdido la vida 200 Nayaritas por COVID-19

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Se dijo, previo al primero de junio, que entraríamos a una etapa de responsabilidad compartida entre autoridades y ciudadanos; de tal forma que se reactivara la economía de las familias, atendiendo y cuidando todas las medidas sanitarias que evitaran el ascenso del número de contagios y la pérdida de seres queridos.

Lamento reconocer que mayoritariamente no ha sucedido así y en cambio, hay miles de personas que no sólo no se cuidan y ponen en riesgo a quienes los rodean, si no también, continúan divulgando tontas teorías conspiratorias, que solo propagan la ignorancia, una asesina ignorancia.

Como lo advertimos, los hospitales ya están llenos, en breve, deberemos improvisar campamentos de lona para recibir a los miles que enfermarán por no usar cubrebocas y todas las medidas que nos han insistido hasta el cansancio.

De seguir igual, preparémonos para lo peor, para atestiguar dolorosamente, el sufrimiento de quienes no se cuidan y no cuidan a sus familiares más vulnerables.

Estamos ante la última oportunidad de frenar responsablemente, entre todos, la amenaza contra los nuestros, antes que el dolor masificado nos lleve a un confinamiento espontáneo de duelo.

Sancionaremos la irresponsabilidad individual a quienes no usen cubrebocas o hagan de la calle espacio recreativo; pero también sancionaremos severamente a los centros de trabajo que expongan a su personal y clientes, por no acatar las medidas de sanidad exigidas.

Los ayuntamientos ya han emprendido normas de aislamiento, entendiendo que ellos conocen mejor que nadie la realidad de sus territorios. Desde el gobierno estatal, reconocemos y respaldamos sus decisiones soberanas, amparadas en el articulo 115 constitucional. Seremos en este reto, un solo equipo.

Sin embargo, nada de eso será suficiente si insistimos en hacer de esta tragedia mundial, un juego o una imaginaria conspiración.

En un lapso de 3 meses, han perdido la vida por COVID alrededor de 200 nayaritas, más de la mitad de ellos en apenas los 27 días de junio, mes en el que se liberó la mayoría de actividades productivas, después de un periodo previo de cuarentena.

En marzo, los especialistas calculaban para Nayarit aproximadamente 1,500 enfermos y unos 80 decesos, hace días que rebasamos ambos pronósticos y hoy, nos aseguran que no estamos ni a la mitad de todo del proceso, sobre todo, en virtud del relajamiento ciudadano.

Hoy apelo a su madurez, pero no descarto dolorosas medidas de mucha fuerza institucional, si en breve no se modifica la conducta ciudadana, de manera consciente y voluntaria.

Hace unos días, tuve la oportunidad de conversar con médicos que atienden enfermos de COVID 19, quienes me contaron historias verdaderamente estremecedoras.

Los pacientes que empeoran describen un profundo cansancio, “tengo dolor en el pecho” o “casi no puedo respirar”, hasta que los intentos desesperados por llenar de oxigeno sus pulmones fallan tanto, que manifiestan “siento que me voy a morir”, “hagan algo por favor”.

Justo en ese momento tan difícil, inicia el verdadero dolor para las y los pacientes, un dolor de tal magnitud, que es necesario inducirlos al coma, no para que su cuerpo deje de sufrir, si no para paralizarlos y aminorar la complejidad de este procedimiento altamente invasivo. TRATARÉ DE DESCRIBIR EL PROCESO

• Inician la pre-medicación para inducir el coma.
• Una vez relajado el paciente, le introducen un laringoscopio de metal, que ayuda a mejorar la visibilidad.
• Cuando son visualizadas la cuerdas vocales, se introduce un tubo por la tráquea.
• Posteriormente se conecta a un circuito que a su vez, está ligado a un ventilador mecánico.
• El paciente debe permanecer sedado por varios días, prolongando su vida y deseando se recupere.

Me gustaría decir que este tormento, para muchos pacientes, es el camino que asegura su vida y la tranquilidad de la familia, pero desafortunadamente no es así.

A pesar de esta cruda intervención, de cada 10 personas intubadas, aproximadamente solo una logra sobrevivir, y aún haciéndolo, podría quedar con secuelas pulmonares.

Quienes se recuperan después de haber sido intubados, llegan a perder hasta un 40% de masa muscular, con todo lo que ello implica; además, necesitará hasta un año para recuperar su normalidad física.

Adicionalmente, hoy tenemos la certeza que esta posibilidad no es exclusiva de pacientes con afecciones crónicas, como se aseguraba en los primeros meses, pues ya también han perdido la vida, innumerables personas jóvenes y aparentemente sanas.

Les pido que tomen en serio este peligro, no espero que lo hagan por mí, deseo sinceramente, que lo hagan por el amor hacia los suyos, pues yo también soy hijo, padre, esposo, hermano, amigo y compañero de trabajo, y al igual que ustedes no quiero perder a nadie, por algo que se pudo evitar.

Muchas gracias

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